¿Qué nos impide cambiar? El cambio es la vida misma, todo está en constante cambio, y, sin embargo, hay cosas que parecen inamovibles en nosotros, en nuestro entorno y parece que no hay manera de cambiar.
Es como una tiranía que nos obliga a repetir patrones de conducta, patrones de discusiones, patrones de errores, como un hamster que gira y gira en la rueda de su jaula. ¿Por qué? Porque piensa que va a escapar de esa jaula, y por eso cada vez corre con más ímpetu, con más rabia, con más desesperación. No se da cuenta de que la libertad no está en esa rueda, está en su interior, solo puede encontrarla en aceptar que es cautivo de una familia que lo quiere como mascota.
Esto mismo nos pasa a nosotros los humanos. No queremos ver que somos cautivos de nuestro entorno familiar, laboral, donde hemos vivido, donde vivimos, en contexto social, político, económico, todo esto nos condiciona.
Quizás a alguien le gustaría ser como Tylor Swift, como el fundador de ChatGPT de OpenAI, como Bruce Springsteen, como el capo de una banda de narcos, pero el caso es que tu y yo hemos nacido en un contexto muy determinado, con unos condiciones muy bestias, y muchos de ellos residen más en tu mente que en tu entorno realmente.
¿Quieres ser Taylor Swift? ¿Por qué no te vas a USA a vivir? ¿Por qué no empiezas a tocar por aquí y por allí? Porque no crees en ti, esta es quizás la verdad. Porque te da miedo al fracaso. Porque tienes una vida montada y no lo quieres tirar todo por la borda, esta es la frase que nos solemos decir para no cambiar. Porqués y más porqués.
El caso es que nos aterra el cambio. Yo tardé casi dos décadas en cambiar de piscina. No me gustaba a la que iba, no me gustaba la dirección del centro, como lo organizaban, lo que veía. Un día nadando el hombre de mantenimiento tiró el robot de limpieza, ese que pasa por debajo la piscina y va limpiando, mientras yo todavía estaba en el agua, todavía era horario para nadar, pero el señor decidió que ya, y tiró el robot, que va enchufado a la electricidad, y claro, no veas el yuyu que me dio pensar que podía electrocutarme, así que salí.
Creo que hice una reclamación al centro, pero el caso es que no ganaba para cabreos y reclamaciones. ¿Qué cojones esperaba para cambiar, no lo veía? Finalmente, fue gracias a mi hijo que cambié (no le iba bien esa agua con tanto cloro), y por fin dejé de ser socio de un club en el que no estaba a gusto, y descubrí otro centro en el que me siento a gusto y sigo yendo, hoy mismo he ido, un poco de sauna y piscina. Todo en orden.
Cambiar es tan difícil, y sin embargo, los cambios suelen sentarnos de maravilla.
¿Qué nos impide cambiar? No lo sé. Estoy pensando en voz alta… seguramente un factor es lo que pensaran los demás, por eso en las grandes ciudades ves a la gente por la calle vestir de maneras más libres, yo lo veo en Barcelona, vas por la Rambla y ves gente muy libre en cómo viste. Vuelvo a Sabadell y todo el mundo viste igual por lo general.
Quizás a ti te gustaría ir con más colorido, más jipi, descalzo, con ropa que no se espera de ti, pero no lo haces, porque la tribu de tu pueblo, de tu ciudad te cohibe. Ahora pillas un avión y te vas a vivir a Berlín, una ciudad que tengo entendido que culturalmente es muy abierta, y ¿Quién te impide de vestir como te dé la gana? Nadie te ve, nadie te conoce, nadie te juzga, y si te juzga te importa un pimiento porque tampoco los conoces, y oye, si se te calienta la cosa, pillas otro vuelo y te vas a vivir a otro sitio, hasta que encuentras un sitio en el que estés a gusto, en el que puedas ser tú.
Pero ay! no tenemos agallas para hacer esto, ¿Verdad? Si tenemos un trabajo de mierd# vamos a mantenerlo, si nos hace la vida imposible nuestro jefe, vamos a aguantar quina… ¿Por qué cambiar?
En mi anterior etapa profesional yo no estaba a gusto, la empresa en la que trabajaba fue absorbida por otra, y no estaba a gusto. Pero me daba miedo cambiar. Además, aquí en España nos aferramos a una cosa cargada de veneno: la santa antigüedad, y esa supuesta pasta que te deberían dar si te despiden, el problema es que eso no suele pasar y sigues bebiendo de esas aguas envenenas.
Recuerdo un día en el tren que estaba leyendo un libro de cómo emprender, de cómo montar una startup, y harto de comerme la olla por la situación laboral (ya nos habían absorbido) me dije: escribe un papel lo que quieres que pase, y voy a confesarlo aquí: escribí que me despidieran.
Se sabía que iban a despedir gente próximamente, y yo escribí eso, fue un ataque de sinceridad. Pero mi consciente no quería que me despidieran, yo quería aferrarme a mi buen sueldo, a mis buenas condiciones laborales, no quería enfretarme al cambio. Y el destino quiso que me despidieran, un viernes como ya es un clásico, una llamadita, sube al despacho del director, a la hora de plegar… Fue un jarro de agua fría, no daba crédito de lo que estaba pasando, pensaba antes que yo había decenas de personas que sabía que se columpiaban en el trabajo, ¿Por qué yo que soy trabajador y competente? A veces el poder de la mente asusta, quizás ese ataque de clarividencia en el tren y ese contrato con el universo de pedir que me despidieran influyó en que eso pasara.
Ya hace más de 10 años de eso, y el camino no ha sido fácil, emprender ha sido una aventura, pero no me arrepiento. El cambio en perspectiva fue para mejor. Yo era como ese hamster, dando vueltas en una rueda y por un momento de clarividencia alguien decidió abrir la puerta para que pudiera escaparme, bien lejos, en otro sector, en otro mundo que no conocía, abriéndome paso, con dos niños pequeños, sin red de caída, a pecho descubierto, como ese Paul Newman en esa película de buscavidas, así, a buscarse la vida.
Ay, el cambio, nos da tanto miedo que preferimos pudrirnos en la situación en la que estamos.
¿Cómo uno ve la luz de lo que necesita? ¿Cómo uno toma conciencia que necesita un cambio? ¿Cómo uno identifica algo que está entorpeciendo su vida? Cuesta verlo, sobre todo si vamos como pollo-sin-cabeza por la vida, que es la mejor manera de no querer ver. Para ver uno tiene que conectar consigo mismo y ser honesto. El silencio puede ayudar. Meditar es un primo hermano del silencio.
El Kundalini Yoga puede ayudar también, hay ejercicios que abren puertas ocultas a la consciencia, hacks en el sistema que se cuelan por la mente y surten efecto, te liberan.
El cambio está conectado con tu misión en la vida. La liberación está en el cambio. Ayudar a los otros implica valentía. Nuestras vidas podrían ser más plenas si nos guiáramos por nuestra intuición, si diéramos rienda suelta a nuestro instinto, hay mucha gente que le gustaría ayudar a otras personas, y sienten que en su trabajo no ayudan a personas, hacen un tipo de trabajo muy de “intelequia” pero no ayudan a gente y nos le hace feliz. Pero tienes tu nómina a fin de mes, esta es tu rueda como la del hamster, la que te hace rodar. Yo no habría bajado de la rueda si no me hubieran echado, creo que no habría tenido agallas para decir que no quería seguir ganando la nómina a final de mes. Pero tuve agallas para apuntar lo quería en un papelito, en secreto, sin que nadie lo supiera.
Todo esto es mi vivencia subjetiva, espero que te ayude para inspirarte. Cada uno tiene su camino y no hay manual para hacer tu propio camino, tienes que descubrirlo por ti mismo.
Un cálido abrazo y feliz domingo!
Marcel
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