He vuelto. Hola, ¿cómo estás? ¿Cómo han ido estas dos últimas semanas?

Como te decía en el anterior artículo, he estado en Nueva York, unos 10 días. Me ha encantado. Es una ciudad enorme, de grande y de cosas bonitas para ver. Los rascacielos son fascinantes, cuando estás allí, a pie de calle y te imagina todas esas oficinas con hordas de trabajadores, te das cuenta de que Estados Unidos, que Nueva York, juega a otra liga, nada que ver con lo que tenemos aquí.

En un día estuve dos veces en el edificio emblemático del Empire State, el que sale en las películas de King Kong. Es un edificio colosal. Por la mañana tuve la suerte de visitar las oficinas de LinkedIn, en Nueva York. Me hizo muy feliz. Conozco una mujer que trabaja en LinkedIn New York, y le mandé un mensaje días antes del viaje, para ver si nos haría el favor de enseñarnos las oficinas y saludarnos, y el milagro sucedió, dijo que sí, nos recibió, nos enseñó las oficinas, hablé un poco de trabajo con ella, y listo. ¡Nos invitó incluso a comer en la cantina de LinkedIn, que es fascinante, con cocinas de diferentes sitios del mundo, pero yo para integrarme comí un hot dog!

Por la tarde-noche volvimos a entrar al Empire State, esta vez en modo turistas, y subimos a la azotea, a observar la puesta de sol y toda la ciudad, es espectacular.

Creo que hicimos todo el checklist típico de cosas a ver en New York: visita al parque Central Park varias veces, visita a la estátua de la Libertad, a la isla Elis, donde se recibían los inmigrantes durante los años 1920’s, para inspeccionarlos y ver si los dejaban entrar o los deportaban, visita a Brooklyn (nos encantó), callajear mucho, la quinta avenida con sus tiendas de lujo, la plaza del Times Square, con sus mega-pantallas impresionantes.

Times Square en mi opinión impresiona porque hay muchas pantallas, porque son enormes, porque son híper-nítidas, porque los anuncios que ponen molan, y porque estás como dentro de una película, lo que has visto en las películas de repente pasas a vivirlo en primera persona. Esto te sucede varias veces, la influencia es tan grande en series de televisión como Friends, en películas, que vas andando por central park y no puede evitar acordarte de ese episodio en el que Rachel y Phoebe van a correr por central park.

Calderón de la Barca escribió un libro titulado “La vida es sueño”, y uno tiene un poco esta sensación con estos viajes. Uno está tan atado a su sitio, a su ciudad, a su piso, a sus rutinas, que se hace raro salir, plantarte al otro punto del globo y percibir una realidad totalmente diferente a la tuya. Tu cerebro no da crédito, no puedes evitar pensar cómo tus costumbres, tus rutinas, son completamente arbitrarias, circumstanciales.

Por ejemplo el comer, allí todo es como “pim-pam-pum”, se pillan algo por aquí, algo por allí y ya han comido. Aquí también habrá gente que lo hace, pero no es nuestro caso, pienso que somos unos matados a veces, yo hago dos o tres veces a la semana verdura, con la olla a presión. No sé si hay muchos americanos en Nueva York que lo hagan. Y aquí te das cuenta de lo arbitrario que son las cosas, tus rutinas. Son como son, pero podrían ser completamente de otra manera, y estaría bien también.

Una cosa que me impactó mucho, positivamente, fue la diversidad de gente que hay en Nueva York. Creo que jamás había visto tantas personas de raza negra. Había estado en Londres y había bastantes más que aquí en Barcelona, pero lo de New York es bestial en mi opinión. Son americanos, como tu y yo somos de nuestra zona, han nacido allí, hablan un inglés tan genuino, suena tan americano. Y hay de todo, hombres de esos tan altos, con esas barbas, tipo jugadores de la NBA, otros no tan altos, mujeres altas y esbeltas, muy guapas, hay de todo. Y todo esto se mezcla con los turistas y mucha gente que va a Nueva York a trabajar, a buscarse la vida, gente de Mexico, de Costa Rica, de Europa, etc.

Ya llevo una semanita habituándome de nuevo a mi zona, me cuesta un poco. El choque es tan bestia. Un día fui con mis hijos a lo que fue mi universidad, la Universidad Politécnica de Catalunya, allí en la zona de Pedralbes en Barcelona. Obviamente todo estaba cerrado. Casi cada año hacemos esta excursión, no sé por qué empezamos, pero lo vamos repitiendo cada año, les explico como fue lo de la universidad, nos paseamos por las calles de los edificios de la universidad, etc. Lo malo que es que está todo cerrado y no se puede entrar, molaría que vieran una clase en vivo. Y el aliciente es hacer un frankfurt en ese bar que hay delante de la Universidad, el Frankfurt Pedralbes le decíamos en su tiempo. Mi hijo se pidió una cervela, mi hija un Pikanwurst, y yo un Krakosky, que pica un poco y me trae buenos recuerdos de cuando lo pedía con mis compañeros de viaje en la uni. Qué tiempos. Han pasado más de 20 años, y no sé si recuerdo nada de lo que aprendí allí. ¿Dónde se va el conocimiento? ¿En qué rincón del cerebro lo almacena el cerebro?

Al acabar la visita a la universidad volvimos a casa, Sabadell, bajando por la Diagonal de Barcelona. Vi ese edificio negro de la Caixa, y me pareció anticuado ya. En el año 2003 empecé a trabajar para la firma americana (curiosamente) Ernst and Young, en el edificio Prisma que hay al lado del edificio de la Caixa, y me pareció lo más. Pero han pasado más de dos décadas y la fotofinish parece la misma, los mismos edificios, el mismo entorno, el mismo diseño (anticuado), etc. El flash que tuve fue brutal al tener en mente lo visto en Nueva York. No hay que comparar, quizás así es como debe ser, pero es inevitable pensarlo.

Y esta semana ya he ido mentalizándome para volver a la rutina del trabajo, los rutinas habituales. Se hace cuesta arriba, pero bueno, bienvenidos a la realidad, ¿Verdad?

Bueno, creo que esto es todo por hoy. Espero que estés pasando un buen agosto, que hayas disfrutado las vacaciones o las disfrutes. Hay que disfrutar que son cuatro días.

Un abrazo,

Marcel