¿Qué nos está pasando con la comunicación en estos tiempos?
Cuando era pequeño iba a jugar al parque y pasaba horas jugando a futbol con mi buenos amigos Jesús y Sergi.
Recuerdo llamar al telefon fijo de mis amigos de la clase para hablar.
Cuando iba al instituto recuerdo que seguíamos llamándonos con otros amigos. Recuerdo un niño, Guillermo, era muy introvertido en persona pero luego solía llamar por teléfono y hablar rato y rato.
Luego aparecioren los primeros móbiles, bueno, los segundos. Los primeros era esos que eran enormes que solía podían tener los ejecutivos. Luego salieron los Nokia, ¿Quien no tuvo un Nokia en su tiempo?
Esos móbiles no alteraron mucho las costumbres porque seguían siendo un objeto con una única finalidad: llamar y hablar. En esos tiempos yo recurdo que fui a Alemania a hacer el proyecto fin de carrera en la Siemens, en Munich. Tuve uno de mis primeros móviles para poder hablar con mis padres con esos planes que podías hablar 15 minutos cada día con una tarifa razonable.
Ai, que bonitos tiempos! (suspiro)
En esa época, pongamos hacia el año 2000, ya se intentó meter en el móvil extras que no eran para llamar, pero fracasó porque la tecnología todavía no funcionaba. Se intentó crear aplicaciones para consultar el tiempo y alguna otra aplicación, pero obviamente eso no tuvo adopción. Visto con perspectiva, mejor que fuera así, porque en esos días el móvil servía para llamar, es decir, hablar, es decir, comunicarnos.
No era raro llamar a un amigo para hablar. Te descolgaba el teléfono sin ningún tipo de sobresalto, porque cuando recibías una llamada era para hablar, y si no podías hablar, pues no lo cogías.
No pasaba esto que nos pasa ahora tan absurdo, de mandarnos whatsapps preguntando si nos va bien que te llame (sí, confieso que yo también lo he hecho). ¿Nos da miedo llamar? ¿Nos da reparo importunar? Pienso, si un amigo me llama y me molesta, ¿Es mi amigo? Siempre hay espacio para un amigo, para una llamada de un amigo, un familiar, un buen colega del trabajo, etc. Y si llama y te pilla en mal momento se puede contestar y decirlo, o no descolgar y llamar tú luego.
Esto se hizo toda la vida, pero en estos días parece que es historia.
Recuerdo un día en que tuve conciencia que ya había llegado el punto de inflexión. Fue un día que me vino de gusto hablar con mi buen amigo Jordi. Recurdo que lo llamé, descolgó y me dijo: ¿Ha pasado algo? Ya habían cambiado los tiempos, ya era una nueva época en la que llamar ya no se estila, y claro, cuando alguien te llama lo primero que piensas es si ha pasado algo grave.
Odio el Whatsapp. No lo había dicho nunca, pero ahora que escribo esta líneas voy a desatar mis pensamientos. Lo odio porque es la herramienta anti-comunicación. Más que permitir que nos comuniquemos lo que hace es incomunicarnos. Las conversaciones no son fluidas, son asíncronas, pierden el contexto de lo que está haciendo la persona que se comunica, quizás estás haciendo una tortilla en la cena y vas contestando mensajes a trompicones...esto no es hablar ni nada.
¿Y cuando envías un mensaje y no te contestan en horas? quizás te contestan al día siguiente, o al cabo de 2 días. ¿Qué sentido tiene esto? ninguno. El 90% de veces que abres conversación abres con un pretexto, pero realmente, lo que te importa no lo dirás nunca en la primera frase, esto sucede cuando estás tomando un cerveza con tu amigo, al cabo de 1 hora de estar hablando, casi fortuitamente, sale un tema que es el importante, el que hace que conectes, y esto amigos, no puede pasar con una herramienta com el whatsapp, que es como un telégrafo, asíncrono, anti-emocional.
Últimamente ha bajado ritmo de mensajes en Whatsapp, ¿no? Ya me lo ha dicho más de una persona. Recuerdo tiempos antes de la pandemia, que era típico oir: tengo el Whatsapp a rebosar, tengo más de 200 mensajes de tal grupo, tantos otros de otro grupo.
Antes de la pandemia del Covid, todo era diferente. ¿Qué nos ha pasado?
El otro día un conocido me explicaba que antes de la pandemia quedaba cada fin de semana con 2-3 amigos para ir a mercados del automóvil, para buscar piezas, revistas, etc. Ahora ya no quedan, han hecho un ademán de quedar, pero todo son excusas... o no, argumentos reales, pero el caso es que ya no quedan.
Yo he ido a más de un concierto sólo. No hay manera de encandilar a la gente para hacer cosas. Tenemos ya demasiadas excusas, que si tal grupo no es de mi estilo, que si tal día tengo no sé que, que si me ha salido un imprevisto, etc.
No pasa nada. Ir a un concierto con un amigo es más guay, pero no pasa nada, se puede ir igual. Todo empieza por la aceptación (gracias Chopra).
Y yo me pregunto a qué es debido. ¿Por qué pasa esto? Es debido a la edad, que nos hemos hecho mayores, que hemos superado la línea de los 40 y es lo que hay? No creo, porque conozco gente más joven y está igual.
¿Es el post-trauma de la pandemia? Recuerdo que mis hijos no pudieron salir a la calle durante más de 40 días seguidos. Antes de la pandemia recuerdo que si pasabas un fin de semana sin salir a la calle estabas como que reventabas. Pues estuvimos más de 40 días sin salir (excepto los que tenían un perrito, surrelaista). ¿Esto nos ha dejado secuelas y ahora no sabemos relacionarnos como antes?
¿Fue la vacuna? Quien los sabe. Somos unos total ignorantes. No sabemos nada ya. Estamos como en la edad media, donde la gente no sabía ni leer y se les engañaba como tontos. No sabemos nada de las tecnologías de ahora, no sabemos nada del ADN, no sabemos nada de los virus, no sabemos nada de como modifican nuestro adn. Ni tan siquiera sabemos qué hace la vacuna, qué lleva dentro, que modifica en nuestro cuerpo, de modo que sí, estamos a oscuras y este argumento no se aguanta por ningun lado, porque no sabemos nada al respecto. Si fuera un efecto derivado de la vacuna, pues vale, lo es. Y si no es un efecto, pues vale. Qué más da, el caso es que ahora estamos así. ¿Y cómo salimos de esta apatía colectiva?
No lo sé. Sólo sé que la próxima vez que pienses en mi, llámame y hablemos. Volvamos a conectar. Escuchemos nuestra voz, las mil texturas que tiene nuestra voz, lo que comunica diciendo poco, sólo con el tono, la cadencia, se comunica más que con 30 mensajitos de whatsapp. Escuchar esos silencios que a veces dicen tanto.
Llama a la gente que quieres. Habla con ellos. No tengas miedo. Queda en persona y mírales a los ojos, deja el móvil en casa, que nada interrumpa tu conversación.
Sí, me gusta la idea. ¡Hasta pronto!
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