Aunque me cueste admitirlo, tengo que aceptarlo, ha llegado la decadencia de nuestros tiempos. Desde que llegáramos a la Luna se han hecho muchos progresos. Pero seguramente nos hemos pasado de frenada con el progreso. Hay síntomas que lo evidencian. ¿Comemos mejor ahora? tenemos más alimentos, pero ¿Son de más calidad? ¿No comemos tomates que saben a plástico? ¿No comemos cosas que mejor no mires los ingredientes porque tienen un sinfín de siglas que no entiendes? La medicina ha hecho muchos progresos, y se salvan vidas que antes sería impensable imaginar, pero fijaros el tratamiento estándar cuando vas al médico. Tanto si dices que te duele A como que te duele B la probabilidad de que salgas con un antibiótico o un paracetamol es alta. Todo generalmente en menos de 10 minutos. A mi si en mi trabajo me dieran 10 minutos para hacer mi trabajo no me daría tiempo de nada, excepto hacer un copiar/pegar in extremis chapucero con consecuencias nefastas. ¿Y el tratamiento para los niños cuando vas al medico? lo mismo. Curan el momento pero muchas veces no curan la raíz del mal. No hay tiempo para ver la raíz del problema. ¿Y luego nos sorprende que haya tanto enfermo crónico? Es que este niño cada tantas semanas recae dicen. Te meten un chute de antibiótico, te matan lo que tuvieras pero te dejan el cuerpo a las últimas. Al cabo de un mes, recaída. ¿Y desde cuando ha habido tantos casos de cáncer? ¿y desde cuando el cáncer arrolló con tanta voracidad a niños?
Productos destinados a morir al cabo de un año
Por cambiar de tercio, ¿Has probado de cambiar el sobre (tablero) de una mesa de exterior? es casi imposible encontrar un sitio donde vendan. Los carpinteros casi han desaparecido del mapa. Y en los centros comerciales como el Aki o «Al Campo» no tienen. ¿Por qué van a tener si te venden una mesa entera por 20 euros? una mesa de un plástico malo que al cabo de un año de aguantar sol y lluvia se va a decolorar, volver rígido y a la mínima se va a partir. Mesas hechas para que duren 1 o 2 años máximo. Joder con el petróleo, dicen que se acabará, pero como se lo hacen durar para lo que quieren.
La locura de las finanzas
¿Y en la finanzas, alguien duda que no nos hayamos pasado de frenada? ¿Qué coño eran los productos financieros que no entienden ni los entendidos? Intentas seguir el hilo y te pierdes: una familia hace una hipoteca. Otra familia hace otra hipoteca. Una tercera familia hace la tercera hipoteca. El banco tiene tres hipotecas que «empaqueta» y vende a un mejor postor. Este mejor postor coge las tres hipotecas y con un truco malabar las convierte en un producto financiero, con una rentabilidad dada que vende a otros. Y esto parece un concurso de a ver quien la dice más gorda. Hasta que al final petó, y petó tan fuerte que ahora ha salpicado de mierda por doquier. Los países supuestamente avanzados con la gota fría cayendo por la sien. Unos países mirándose a otros. Los del norte mirando de reojo los del sur por pensar que malgastan el dinero que les dieron. Los del sur mirando con desdén los del norte, por haberles dado crédito «sucio». Y los países emergentes crecen al 5, 10, 15 por ciento, dicen, lo que queráis, pero están también asustados aunque no lo digan. Tienen un ojo puesto a occidente. El mundo es un todo y no puede irle bien a China, Brasil, el país que sea si a Europa no le va bien. No a la larga.
Lo absurdo del trato humano de hoy
¿Y el trato humano? buf, aquí sí que nos hemos pasado algunos pueblos. Que si el mail, que si el chat, que si internet, que si el móvil, que si las redes sociales. Tienen muchas virtudes estas tecnologías pero nunca hubo tanta incomunicación entre las personas como en estos tiempos. ¿Quién no ha oído de personas que hablan por chat en el trabajo con su jefe cuando están a 5 metros de distancia? Qué se dice ahora por whatsapp que se debería decir en persona mirando a los ojos de tu interlocutor. Y cuántas burradas se dicen por mail. Igual que en las ofertas se dice que el papel o powerpoint lo aguanta todo, pues algo similar pasa con la comunicación. Uno pilla el mail y se deja ir. Le da a enviar y se olvida que delante tiene una persona y el impacto que tendrá esto. No estamos educados suficientemente bien para toda esta artillería de tecnologías.
La perversión del mundo laboral
¿Y en el trabajo? se acabaron esos trabajos de toda la vida, de esa lealtad del trabajador con el dueño de la fábrica. De esa nobleza del empresario que regalaba un buen reloj al empleado el día que se jubilaba. Todavía se dará esto, pero abundan los casos contrarios. Los despidos traperos. Las jugarretas mezquinas de los de recursos humanos para ahorrarse unos dinerillos. Que cuidado, los de recursos humanos suelen ejecutar órdenes de más arriba. Y lo mismo pasa con la actitud de algunos trabajadores con la empresa. La desconfianza se ha incrementado. No creo que en este campo hayamos avanzado mucho en las últimas décadas, por muchos progresos técnicos que haya hecho la sociedad. Ha llovido mucho pero todavía hoy dices «conciliación familiar» y parece que hables de películas marcianas. Conciliación familiar no quiere decir rendir menos, quiere decir lo que dice, compaginar mejor el trabajo con las responsabilidades familiares. Otro señal que estamos en decadencia. Unos tienen que viajar y dar la vuelta al mundo dos veces al año para hacer su trabajo. Otros no encuentran trabajo. Unos se van temprano de casa y no vuelven hasta tarde. Y todavía se llevan el portátil para trabajar en casa. ¿Y otros no tienen trabajo? Y muchos otros gastan un 20-30% de su tiempo en desplazarse al trabajo cada día. Tanto no hemos progresado cuando pasa esto ¿no?.
El jaque de la crisis
La crisis actual está poniendo en jaque muchos aspectos de la vida diaria. Está removiendo la conciencia de muchos para decir que tan bien no lo hemos estado haciendo cuando hay gente que está pasando hambre. Siempre la ha habido y ojala me equivoque pero tiene pinta que siempre la va a haber. Pero ahora nos sorprende que el hambre llega a nuestros barrios. Tan bien no lo estaremos haciendo cuando hay una tensión en el mundo que se corta con un cuchillo. Empiezo a oír personas a hablar de la economía real, la de la calle. La del zapatero que hace zapatos y sabes lo que obtienes a cambio de tu dinero. La del peluquero que sabes que te corta el pelo a cambio de tanto dinero. Ahora también se habla de internacionalización. De ir a vender a fuera. El otro día veía en el suplemento Dinero de la Vanguardia que había que ir a África, que los empresarios tenían que perder el miedo e ir a esos mercados. Es curioso. Mientras nos hemos ganado la vida aquí no nos ha importado mucho África. Ahora que aquí pintan bastos hay que ir a vender en África. ¿A ayudarlos? Son las hipocresías de nuestros tiempos. Mola un montón tener un iPhone, o cualquier producto de primera marca. Pero no mola tanto ver como se produce en China. Son esos 10 segundos incómodos de esa noticia que ponen en la tele, que si una redada en la que han atrapado a una red de explotación de niños. Pues claro, ¿O es que hay duros a cuatro pelas? si la producción de un producto sale más barata hacerla al otro lado del mundo aunque tengas que pagar el queroseno o el barco para transportar el producto es porque algo falla en la cadena de producción.
La vergüenzas de la crisis
Ahora que existen las cuentas sofisticadas en Suiza, ahora que existen estas máquinas tecnológicas en los bancos, esas máquinas que trabajan 24 horas, 7 días de la semana sin parar para que el engranaje del dinero del mundo no se pare. Ahora que se transfieren millones con un clic por internet, ahora que se puede hacer todo esto nos habíamos olvidado que también se puede utilizar en un sentido erróneo. Y ahora, en tiempos de crisis, sale más que nunca la vergüenzas de aquellos que tenían que dar más ejemplo. Porque el progreso también tiene esos riesgos. La cosa es tan sofisticada. El clic de transferir está tan cerca que uno puede ser casi inmune. Y más de uno de los que se frotaron las manos se debió preguntar, si hay bonanza y nadie encuentra en falta estos millones, ¿Por qué no? [Tweet «La corrupción de los más altos dirigentes públicos ha sido un patada en la espinilla «] para la sociedad, de esas que duelen. Que aquí somos latinos ya lo sabemos y que quien más quien menos ha hecho sus pinitos en la picaresca. No en vano el Lazarillo de Tormes es nuestro. Pero uno no sospechaba hasta que punto han estado metiendo la mano cantidad de dirigentes públicos, y del más alto nivel, los que deberían haber dado más ejemplo. Las cuentas suizas, las transferencias por internet, la sensación de falso progreso han sido la mejor venda en los ojos de la sociedad que ha impedido ver eso. ¿Cuánta gente debía saber que eso pasaba y no se ha sabido hasta que la cosa ha petado? ¿Cuántas auditorías se hicieron y no detectaron todo esto? Firmas de renombre internacional, que seguramente tenían una metodología de trabajo de la leche en su portafolio, con unas herramientas de análisis de quítate el sombrero… ya ves, el falso progreso cuando falta lo básico, la honestidad.
Nos queda mucho por aprender
Y por todo esto y otras cosas pienso que estamos en decadencia, porque todavía no hemos aprendido a vivir en armonía en el mundo. Porque todavía no hemos aprendido a vivir con menos. Porque todavía no hemos aprendido que lo bueno no está en lo material, sino en lo inmaterial. Porque todavía no hemos aprendido que no se puede ser feliz aquí a costa de causar infelicidad allá.
Esa fina línea de esperanza…
Pero todo esto ya estaba desde hace tiempo, sólo que con la crisis actual uno empieza a ser más consciente. Con un poco de suerte empezaremos a reflexionar. Y con un poco más de suerte, que ya es mucho suponer, empezaremos a cambiar de hábitos. Quizás nos fijaremos, por poner un ejemplo, en la procedencia de las bananas, y decidiremos que no es muy sensato comer bananas si han tenido que ser transportadas de la otra punta del planeta, por más baratas que estén respecto los plátanos de Canarias. Y quizás comprenderemos que al consumir plátanos de Canarias ayudamos a que una comunidad de personas pueda vivir en armonía con su entorno y nosotros disfrutemos con el sabor de un buen plátano. Y con los cambios de hábitos de muchos quizás empezamos a ver un cambio en el rumbo del mundo. Y con todavía más suerte, que todavía es más suponer, sabremos transmitir algunas lecciones a nuestros hijos. Y les comeremos la olla con lo de endeudarse, con lo de pagar al contado lo que compres. Y ahora que escribo esto me acuerdo de mis abuelos ¿No os acordáis que nuestros abuelos compraban casi todo al contado? Esa imagen del abuelo que llevaba una bolsa con todo el dinero en metálico. Y con nuestra monserga de que el crédito de los bancos es como el demonio nuestros hijos seguramente pensarán que estamos paranoicos, pensaran que son cosas de mayores, como yo seguramente pensé cuando mis abuelos me contaban «sus historias», esa sabiduría de su tiempo y que desafortunadamente no supe captar su esencia. Y por eso digo, que a lo mejor con un poco de suerte…