Seguimos una semana más, ¡seguimos vivos! Hay que celebrarlo, ¿verdad?

Hay una chica con la que colaboro en una empresa, es de Argentina, y se hace llamar efe, como abreviación de Florencia. A veces nos despedimos de la semana por email y nos decimos, lo logramos, ¡una semana más!

Parece una chorrada, pero no hay que olvidarlo, oye, una semana más, un día más, un segundo más, cada segundo vivirlo, sentirlo, este preciso momento. El “present moment awareness” que dice Deepak Chopra, vivir el “momento presente de manera consciente”.

Cuando uno vive así, vive mejor, porque es consciente de este momento. Esta tecla que estoy apretando ahora, en el momento de acabar una palabra, ya ha cambiado a la siguiente tecla, y por lo tanto, solo se puede disfrutar el placer de apretar una tecla al momento.

Igualmente, solo puedes disfrutar ese beso cuando eres consciente del beso, ese abrazo cuando eres consciente del abrazo, ese trozo de pan con jamón que te comes cuando eres consciente del morisco.

¿Qué importa el pasado? El pasado fue, el caso es que ahora es lo que tienes. Y lo bueno es que el pasado no tiene que condicionarte el presente, si tú lo quieres así.

¿Y el futuro? El futuro es otra gran ficción nuestra, el futuro no existe, es una imaginación. Lo que existe es de nuevo el presente, lo que vas a vivir de aquí 4 años será de nuevo un momento presente cuando llegue.

Puede ser útil y práctico hacer cosas para tener una vida agradable el día de mañana, pero no olvides que lo que te imaginas en el fondo lo pagas ahora con tu presente, puedes trabajar ahora duro para tener dinero para cuando te hagas mayor, puedes hacer deporte para tener buena salud cuando seas mayor, etc., pero lo que sí o sí tienes es buena salud ahora, porque te encuentra bien, porque haces deporte. Ahora seguramente puedes tener dinero porque estás trabajando y ahorrando, esto es lo que tienes.

Hoy he empezado a ver un documental en Filmin que se llama “Sauna”. Soy bastante fan de la sauna y voy a menudo, y me ha picado la curiosidad el documental. No lo he acabado, va de unas mujeres, de algún país del este, que entran en la sauna y se hacen confesiones, en ese clima íntimo que a veces se produce en las saunas. Luego salen y se meten en esos hoyos que hacen en medio del hielo, buah, brutal.

Bueno, decía esto de la sauna, porque el otro día fui justamente a la piscina y sauna, y me encontré a un señor con el que suelo hablar. Habla más él que yo, se me da bien escuchar, escuchar de verdad, a veces no hace falta ni preguntar, sólo con la mirada, la pose, el otro sabe que tiene que seguir desarrollando este punto o este otro. Pero este día sí hablé, él me decía que en su tierra, Bolivia, había ganado mucho dinero con una empresa, y que llevaba una vida a todo trapo, que tenía amigos por debajo las piedras, claro, fiestas, bebida, chicas, etc. Luego la mala fortuna quiso que se arruinara, y descubrió que de toda esa gente solo tenía uno o dos amigos, que siguieron a su lado. El resto: se esfumó.

Y ahora se decía a sí mismo que ya no volvería a Bolivia, que se quedaría aquí, y que todo eso se fue, y que si tantos amigos y se esfumó. Y aquí no me puede reprimir, y a pesar de que había más gente en la sauna y no me quería poner profundo, le dije que venimos solos al mundo y nos vamos solos, y que por el camino encontramos almas de travesía que nos acompañan.

Luego me fui a casa, y no sé por qué, dudé de lo que dije, lo dije muy convencido, eso de que venimos solos y morimos solos, pero me entró la duda: ¿y si no es así? Y si no venimos solos sino acompañados. ¿Y si no morimos solos sino acompañados?

Sería bonito, ¿no? De hecho, el nacimiento de un bebé nunca suele ser un acto de soledad, sino de compañía y mucho amor, de mucho esfuerzo de la madre por parir, mucho amor. Y posteriormente suele haber toda la familia que quiere conocer el recién nacido. Un alma más en el mundo.

Y cuando morimos puede que también nos vayamos acompañados. Hay personas que tienen la suerte de morir acompañadas de las personas que quieren, supongo que alguno incluso muere cogido de la mano de alguien que le quiere, qué bonito.

Una vez leí en el “Libro Tibetano de la Vida y la Muerte” que no sé quién se iba dos o tres días antes para morir solo, porque era un proceso duro y no quería verse alterado por la gente querida.

El momento presente, es lo único que hay. Vívelo, siéntelo, disfrútalo, esto es la vida, nada más, lo otro es una ficción.

Me viene a la cabeza una escena de una peli que me encanta y he visto varias veces: “Esencia de Mujer”, de Al Pacino. Qué buena. El hombre lo dan por muerto y quiere disfrutar de la vida una última vez, hay una escena en la que huele a una mujer, el perfume mezclado con el propio olor que emana de la mujer, y el hombre entra en otra dimensión, esencia de mujer. Uno puede ser feliz en ese sorbo de vida, en esa milésima de segundo en el que transporta ese olor.

Ahora es veranillo, y se presta a hacer una bitter kas fresquito que hacía mi querida abuela materna. O un gin-tonic fresquito en copa. O una cervecita fresquita, una normal o una IPA que me encantan. O incluso un sorbo de agua fresquita: mitad fría de la nevera mitad natural que si no me duele luego la garganta. Digo que este veranillo seguro que vas a ver esta escena, y entonces, con la persona que tengas delante, mírale, dile “te quiero” con la mirada, y bebe ese sorbito y saborea el placer de la vida, al igual que Al Pacino saboreó la vida al oler la esencia de esa mujer.

¡Feliz domingo!

Un abrazo,

Marcel

PD: suena ahora “Build a Home”, canción preciosa del grupo “Amistat”.